sábado, 10 de mayo de 2008

La Segunda gran Depresión

Después de la primera guerra mundial, EEUU vivió unos años de expansión que parecían no tener fin. Su privilegiada posición como "reconstructor" de una Europa destrozada, su industria trabajando a toda máquina (nunca mejor dicho), y sus campos bendecidos por una serie de grandes cosechas consiguieron aunar en su territorio los pilares fundamentales del modelo capitalista: las materias primas, la fuerza de trabajo y la innovación que el capital hacía posible eran suyas.

Para acabar de endulzar el pastel, una nueva forma de enriquecerse estaba al alcance de cualquiera: el mundo de las finanzas y la especulación. El cóctel estaba servido: las empresas cotizaban en mercados de capital, la bolsa, donde sus acciones subían y subían sin parar enriquecíendose rápidamente y sin esfuerzo. La banca, como motor imparable que aceleraba el proceso, otorgaba créditos a un interés del 15% para comprar acciones que se revalorizaban un 50%. Negocio redondo, magia: se creaba riqueza de la nada.

Sin embargo, un Jueves 24 de Octubre de 1929 todo eso llegó a su fin: había llegado el crack del 29. La primera burbuja financiera de la Historia había explotado. Como se vio más tarde, esa bonanza económica no tenía una base sólida. La producción industrial forzosa (y forzada), generó unos excedentes de stock, los almacenes se llenaban de productos que no se podían vender, simplemente porque no había tanta demanda. Cuando una oleada de ventas precipitó la caída del valor de la mayoría de empresas, el pánico se apoderó de la población que tenía sus ahorros en los bancos, que no pudieron hacer frente a la masiva retirada de fondos. Empezó una recesión que duraría casi dos décadas.


Ochenta años después, muchos teóricos apuntan a que estamos a las puertas de la segunda gran depresión. Pasada la posguerra, caído el muro de Berlín, el neocapitalismo y la globalización volvieron a hacer pensar que el sistema actual, con sus defectos, era el único posible. Treinta años ininterrumpidos de crecimiento (a costa muchas veces de los países más desfavorecidos), ha hecho olvidar las lecciones del pasado. El cóctel de hoy tiene otros ingredientes, pero podrá dejarnos el mismo sabor amargo que en el siglo pasado:

La crisis financiera de EEUU, provocada por las llamadas hipotecas subprime, ha sido la chispa. Estas hipotecas, de alto riesgo, se otorgaban a personas poco solventes y casi sin pedir garantías, a cambio de un tipo de interés más elevado. A su vez, otras entidades (fondos de inversión o planes de pensiones), compraban esa deuda también a través de un crédito de interés inferior.

Imaginemos el lío: un banco A tiene otorgada un hipoteca subprime al 8% de interés, pero la vende a un gran fondo de inversión B, que para financiar esa compra pide un crédito al 3,5% . Está claro que todos ganan: A ha dejado de tener el riesgo, ya que ahora es de B, que espera cobrar los intereses al 8%. Como el coste de financiarse para comprar esa deuda de A ha sido muy inferior, obtiene un beneficio fácil y sin esfuerzo. Pero el mercado de capitales financieros actual, tan sofisticado y globalziado, B puede a su vez "colocar" de nuevo esa deuda (por ejemplo a un mercado de divisas que le sea favorable). De nuevo el milagro de los panes y los peces.

Este montaje se aguanta mientras haya liquidez en el sistema, es decir, mientras A dé dinero para la hipoteca y B pueda obtener dinero para comprarla. Y en el sistema habrá liquidez mientras haya margen para agrandar la burbuja. En EEUU, con tipos de interés muy bajos, el precio de la vivienda subiendo sin parar, se daban las condiciones. Pero a partir de 2004, cuando empezaron a subir los tipos de interés, el primer eslabón de la cadena, el más débil, se rompió. Las personas de a pie dejaron de pagar sus cuotas, y una crisis de confianza en los mercados cerró el grifo: nadie sabía realmente quién era el titular del riesgo. Los inversores empizan a huir de los fondos que tienen la titularidad de esas hipotecas... el castillo de naipes vuelve a desmontarse.

Aquí y ahora, todo esto nos parece muy cercano. Las familias endeudadas ven cómo su inversión pierde valor, la economía real se ve afectada. Se frena la actividad (paro), los precios (y no solo del dinero) suben sin parar y la inflación empieza a afectar a la economía del día a día.

Sólo el tiempo dirá si estamos a las puertas de un bache temporal o del cambio delas reglas del juego tal y como hoy en día las conocemos. Una cosa está clara: aprender de los errores y anticiparnos a los problemas no son características de nuestro tiempo.

jueves, 20 de marzo de 2008

¿El fin del modelo Capitalista? (II)

En la anterior entrada hacía una aproximación al problema del petróleo y su escasez. Mi intención era mostrar el poco petróleo que nos queda. 1.150.000.000.000 barriles de petróleo, y luego, ¿qué?.

Existe una asociación llamada ASPO (Asociation Peak Oil) formada por científicos que alertan sobre todos estos temas. Las teorías del Peak Oil (pico del petróleo), ya calcularon en los años 70 que en la primera década del S. XXI la producción de barriles llegaría a su máximo. Un informe de 1976, de la ECD (Base de datos de referencias energéticas, una agencia del gobierno de EEUU) desclasificado el 25 de Octubre de 2006, decía textualmente:

"La década 2000-2010 es el periodo de rápido despliegue de las nuevas tecnologías de suministro y/o de medidas estrictas de conservación. En este periodo, se espera que la producción mundial de petróleo llegue a su cenit y comience a declinar. Si el declive de la producción de petróleo y gas en los EE. UU., no genera la suficiente presión para empujar a los EE. UU. hacia la independencia energética en el periodo 1985-2000, seguramente la generará cuando la producción mundial de petróleo y gas llegue a su cenit y comience a declinar"

Muchos analistas coinciden en que el cambio climático y el fin del modelo energético basado en combustibles fósiles son los retos de la humanidad más importantes, por encima de la superpoblación, el hambre o la escasez de agua. Una muestra de que algo está cambiando en las conciencias de los científicos son portadas como la del pasado Junio de 2007 de THE INDEPENDENT.



Todo esto se cuece en el mundo, mientras nuestra visión local no mira más allá de la telebasura, los mileuristas o el número de escaños de los partidos nacionalistas en las últimas elecciones.

No es mi intención, ni mi estilo, ser catastrofista, pero vale la pena revisar dos aspectos fundamentales para asimilar la magnitud del problema: para qué usamos el petróleo y cuál es el equilibrio político y económico del sistema capitalista.

¿PARA QUÉ USAMOS EL PETRÓLEO?

La respuesta más obvia es: gasolina. Pero eso es tan sólo una parte. El petróleo es LA MATERIA PRIMA del mundo industrializado. Algunos de los usos del petróleo son:

  • Plásticos: son subproductos del petróleo: Polímeros, celulosas, resinas, vinilo, caucho, PVC, poliestireno, metacrilato, poliéster... o dicho de otro modo: Ordenadores, teléfonos móviles, envases, ropa, bolígrafos, tuberías, materiales aislantes para la construcción, etc etc etc.
  • Metales: acero, aluminio son producidos en base al petróleo.
  • Líquidos: aceites derivados del petróleo usados masivamente en cremas cosméticas, tinte del pelo, tintas, pinturas, etc
  • Agricultura: fertilizantes y pesticidas industriales son derivados del petróleo. Sin contar con toda la maquinaria agrícola que usa gasóleo para su funcionamiento.
  • Energía: aproximadamente el 45% de la energía eléctrica mundial procede del petróleo. Encender la luz, hacer correr el agua por un grifo, usar un electrodoméstico, poner el aire acondicionado...

¿CUÁL ES EL EQUILIBRIO POLÍTICO Y ECONÓMICO DEL SISTEMA CAPITALISTA?

Políticamente, creo que hay dos claves: 1º.- que la opinión pública no conozca la verdad, que se relativice el problema para evitar caos social. 2º.- que si tengo una posición de fuerza o privilegio, no la pierda o la cambie por culpa de esta situación.

Como hemos visto que el petróleo es vital para nuestro estado de bienestar, es lógico pensar que en sí mismo es un arma política de primerísima magnitud. El ejemplo más claro es el de Estados Unidos, con 300 millones de habitantes y toda una sociedad basada en el consumo de petróleo, toda su política gira en torno a la alianza con Arabia Saudí, a la vez que invade países con excusas de todo tipo con un único objetivo: controlar más pozos petrolíferos. Kuwait, Irak, posiblemente Irán... son objetivos geoestratégicos para mantener un estilo de vida que no va a sostenerse.

Por otra parte, China, India, Brasil, potencias emergentes que ahora que empiezan a conocer las mieles del primer mundo, no van a consentir quedar rezagadas o perder su recién estrenada posición competitiva.

Y Rusia, con el 5% del petróleo mundial pero primera potencia en gas y dueña de GAZPROM, una de las empresas energéticas más importantes del mundo, que tiene "cogida" a toda la UE por nuestra dependencia energética.

En definitiva, un puzzle que más bien parece una bomba de relojería. Y por encima de todo, una ley económica básica: la de la oferta y la demanda y la utilización de recursos limitados para cubrir necesidades ilimitadas. Quizás el coste de oportunidad sea inasumible para el planeta... o para nosotros mismos como especie.

Próximamente revisaremos las consecuencias que ya estamos observando, los cambios en el tablero económico global. Un repaso a los acontecimientos de las dos últimas décadas que han desencadenado ya lo que en muchos foros se empieza a llamar la llegada de la segunda gran depresión.

miércoles, 19 de marzo de 2008

¿El final del modelo capitalista? (I)

La unidad de medida del petróleo es el barril; un barril tiene unos 160 litros de petróleo refinado (crudo). De ese barril se consiguen unos 70 litros de gasolina, y otros 70 de otros derivados. El resto es desecho.

Hace unos meses, Hugo Chavez, el presidente de Venezuela, "amenazaba" con que el precio del barril podía llegar a 200 ó a 300 dólares. A finales de 2007, se superó por primera vez en la historia la barrera de los 80 dólares por barril. La semana pasada, llegó por primera vez a los 110 dólares...

Volveré en otra ocasión a las consecuencias económicas de esta escalada del precio, pero el asunto que quiero tratar hoy es el siguiente: ¿se está acabando el petróleo?

Las últimas estimaciones fiables, de 2001, calculaban que las reservas mundiales de petróleo (el total de petróleo que puede extraerse de los pozos cconocidos), era de aproximadamente 1,1 billones de barriles. Puede parecer una cifra impresionante, sin embargo, si ese cálculo es correcto, las reservas se agotarían antes del 2050... y eso a los niveles de consumo de 2001.

En el cuadro anterior se puede ver qué paises tienen el control del petróleo que nos queda. Estados Unidos, con un un 2% de las reservas mundiales, consume casi un 30% del total mundial. Solo ese dato dice mucho de la problemática geopolítica en la que nos han metido (ya hablaremos de eso)
Os recomiendo echar un vistazo a Energlobal , donde podréis profundizar en las estadísticas más fiables. Por ejemplo, España consumo 1 millón y medio de barriles al día (0,03 barriles por habitante y día), EEUU 22 millones y medio al día (0,075 barriles por habitante y dia)

Volviendo al tema: el modelo capitalista actual, tan dependiente del petróleo, de hecho ya está condenado. Este mismo año se ha llegado a la cumbre de producción, a partir de ahora, la curva será decreciente hasta el agotamiento total. Acabamos con el carbón, acabaremos con el petróleo.
La globalización se presentó como un fenómeno que traía ventajas, y que hacía cualquier análisis de la economía mundial algo muy complejo, con múltiples factores. Pero con el tiempo, al madurar el modelo neocapitalista globalizador, la organización mundial ha quedado muy definida, asentada en 4 bases:
1) Los paises emergentes (Oriente medio y Africa), suministran energía para
2) Los dos grandes bloques del primer mundo (EEUU y Europa), y para hacer funcionar
3) La gran Fábrica mundial (China e India). Los productos de la gran fábrica se consumen en el bloque del primer mundo, y
4) El sistema financiero (Wall Street, la city de Londres) absorve los excedentes y acumulación de las grandes corporaciones, cerrando el círculo.
Este es el ciclo del capital del S. XXI, un sistema circulatorio por cuyas venas circula una sangre de color oscuro, también llamada Oro líquido: el petróleo.
¿cómo asumirá el modelo capitalista el fin de su combustible básico?





martes, 18 de marzo de 2008

Dependencia energética

La revolución Industrial supuso el principio de un nuevo modelo de producción a nivel mundial. Con el paso del tiempo, podemos concluir que esos años nos regalaron dos aspectos de la sociedad nuevos: urbanismo y dependencia energética.

Más de dos siglos después, parece claro que el inicio del actual consumismo empezó aquellos días. Mantener el ciclo de creación de riqueza supone producir masivamente, vender toda la producción y seguir produciendo. Las industrias de hoy en día hace años que nos intentan convencer de conceptos como producción bajo pedido, control de existencias, reciclaje y reutilización etc. Pero poco ha cambiado: para que el modelo se sustente hay que fabricar, y fabricar mucho. La llamada tercera revolución industrial, la de la información, se ha encargado de cerrar el círculo: el marketing se inventa nuevas necesidades, la globalización descubre nuevos mercados, los productos tienen cada vez una menor vida útil...

En el S. XVIII la máquina de vapor fue el factor innovador que hizo posible la aparición de la sociedad tal y como la conocemos hoy en día. El nuevo invento permitió crear factorías con producción en cadena... a costa de consumir ingentes cantidades de carbón.

A mediados del siglo XX, el modelo del carbón ya estaba agotado. En España, por ejemplo, ya no quedan minas de carbón cuya explotación sea rentable. Doscientos años y una conclusión: la producción en masa conlleva el agotamiento de los recursos energéticos en los que se basa: los combustibles fósiles.

Hace unos diez o quince años que se habla del cambio climático, y unos treinta o cuarenta desde que se empieza a plantear el fin de las reservas petrolíferas mundiales. La geopolítica, las guerras contemporáneas, incluso las confrontaciones religiosas tienen un trasfondo que huele a petróleo.

Podría parecernos exagerado si no analizamos con detalle las limitaciones obvias del modelo. Solo en EEUU, con 300 millones de habitantes, hay aproximadamente 230 millones de coches. Y China e India, que conjuntamente suman 2.400 millones de habitantes, son los países donde el mercado de automoción crece más en el mundo. Actualmente, se venden unos 15 millones de coches al año... y acaban de descubrirlos. Y eso que según estimaciones los coches suponen un 40% del consumo energético: la industria alimentaria, el transporte no individual, la generación de electricidad, etc son otros sectores dependientes del oro negro.

En definitiva, en próximas entradas quiero hacer mi propio cálculo. ¿cuánto petróleo queda por extraer? ¿para cuánto tiempo? ¿podrá la tecnología superar este modelo ya agotado, como aseguran algunos estudios? ¿veremos un cambio en equilibrio de poderes mundial debido al petróleo?

Algunas posibles respuestas: nuevos pozos petrolíferos inacabables bajo los hielos polares, el desarrollo de la nanotecnología como solución definitiva al eterno problema de los recursos limitados... o simplemente algunas alternativas más realistas a medio plazo. ¿cómo llamaremos dentro de dos siglos a la revolución que estamos empezando a vivir?


jueves, 24 de enero de 2008

Kioto: hipocresia y mercado.

Cada vez que un problema trasciende de lo local, en este mundo globalizado, los intereses nacionales se "disfrazan" de responsabilidad. Se organizan cumbres, la prensa y las televisiones nos envían un mensaje de cambio, de coordinación supranacional.

En el caso del problema del cambio climático, una pseudoconciencia de los llamados países industrializados nos vende una actitud que, si no miramos un poco más allá, tan solo conseguirá engañarnos (una vez más).

Todos hemos oído hablar del Protocolo de Kioto, un acuerdo de 1997 de los países de la ONU que tiene como objetivo la reducción de los gases de efecto invernadero. Después de años y años de discusiones, el acuerdo entró en vigor el 2005 con el tan sólo 55 naciones que en conjunto suman el 55% de emisiones contaminantes que arrojamos a la atmósfera. La conferencia de Bali del año pasado fue el último intento de establecer una "hoja de ruta", después de que países como EEUU o China mostraran más bien poco interés en los acuerdos.

A mí , lo que me interesa de todo este embrollo es observar el nivel de hipocresía absoluta de nuestro mundo actual. Cualquier argumento se rebate, cualquier idea se sustituye por otra... se acabó la verdad absoluta.

La misma cumbre de Bali emitió, con sus más de 10.000 asistentes llegados en avión, tantas toneladas de CO2 como un país pequeño del tercer mundo en todo un año. Justificación? Los acuerdos ayudarán a reducir muchísimas toneladas más.


Los países industrializados van "de buenos", dicen que son los pobres los que no quieren el acuerdo. Los pobres dicen que ellos también tienen derecho a progresar, contaminando. Nadie se pregunta qué nuevas fronteras mafiosas se presentan con éste protocolo. Se establece un sistema de cuotas de contaminación. A cada país se le asigna un tope. Si se pasa, puede comprar derechos de contaminación de otros países que no hayan llegado a su tope. Se crea así un mecanismo chantajista: el país rico contaminante excede su cupo, pero no le importa, ya que compra los derechos a otro pobre que no puede contaminar, ya que ni siquiera tiene la industria para hacerlo (ni le interesará hacerlo, ya que cobrará "por nada"). Por supuesto, este flujo de compra-venta de derechos se realiza entre empresas certificadas, con lo que el pobre ciudadano de a pie, por supuesto, no se enriquece.

Os pondré un ejemplo "macabro": una empresa alemana A de disolventes excede su cuota de emisiones contaminantes y compra derechos a una recién creada empresa camboyana B que fabrica alpargatas. Con los derechos adquiridos, que le han costado 1 millón, puede facturar 100 millones más, y seguir ennegreciendo la atomósfera europea. La empresa camboyana B, con su millón, no puede fabricar más, ya que no puede emitir más gases. Por eso los dedica a adquirir tecnología ecológica de otra empresa alemana C, del mismo grupo que la primera. Todo acaba siendo maravilloso (para los del consejo de administración de A), si la empresa camboyana B también forma parte del conglomerado empresarial.

En definitiva: está de moda ser ecologista, pero de un modo modernamente capitalista. Las empresas pioneras están adquiriendo industrias emergentes que les sirvan de emisoras de derechos para su verdadero negocio. Las grandes corporaciones ya están calculando el difícil equilibrio entre el coste del derecho de emisión de gases y el beneficio adicional que esa compra de derechos genera.

Y mientras tanto, la brecha entre uno y otro mundo sigue creciendo. Y lo que es peor, hemos vuelto a cometer el mismo error: convertir un problema en una nueva oprtunidad de "progreso", generando problemas nuevos que hagan olvidar el problema inicial. ¿cuánto tardaremos en olvidarnos del cambio climático? ¿cuál podrá ser el nuevo problema, qué gravedad tendrá?

lunes, 21 de enero de 2008

Océanos: un sistema global

Algunos científicos tienen una visión orgánica de la tierra, en el sentido de que equiparan nuestro planeta a un organismo vivo en su conjunto. De hecho estas mismas teorías consideran al universo como un TODO, un macroorganismo vivo en el que todo está conectado. No es mi intención ahora opinar sobre eso, pero desde que la teoría del big bang como inicio de todo estableció una materia inicial, la llamada sopa primigenia (no, no es broma), la más pura lógica indica que todo y todos somos parte de lo mismo. Otro ejemplo de esto es la evidencia de que "la materia ni se crea ni se destruye, tan sólo se modifica".

Cuando yo muera, me incineren y esparzan mis cenizas al mar, un pez las comerá, ese pez lo venderán en el mercado y lo cocinará una señora de Burgos (que aproveche), y algunos de los nutrientes serán asimilados por su cuerpo, asimilando parte de mi antigua existencia...

Pero ese no es el tema: siguiendo ese ejemplo, la Tierra sería un organismo vivo. Que cada cual elija del símil la función que nuestra especie ocupa... Los mares, el sistema oceánico, sería la corriente sanguínea de este cuerpo terrestre. Ese "torrente sanguíneo terrestre" cumple una función parecida al nuestro: lleva los nutrientes de un lugar a otro del "cuerpo", mantiene un equilibrio y evita que la enfermedad aparezca.

Desde las frías aguas antárticas a las cálidas tropicales, desde los corales de las antípodas a las corrientes atlánticas, el sistema oceánico es un complejo mecanismo sincronizado.

Simplificando enormemente: dos efectos son claves en el sistema: la circulación en superfície y las corrientes convectivas (en profundidad). La circulación en superfície está determinada por los vientos y la propia forma de las costas, es el movimiento "horizontal". Las corrientes de profundidad dependen de la temperatura del agua, pero sobre todo de la salinidad: es el movimiento "vertical"


El mapa de arriba muestra la salinidad (en gramos de sal por Kg de agua) en superfície. El agua salada es más densa y pesada, por lo que tiende a ir hacia el fondo. El agua dulce del mar proviene de las lluvias, la desembocadura de los ríos y los hielos de los polos. Destaca la salinidad del Atlántico Norte, donde las escasas lluvias y los pocos ríos caudalosos que desembocan en él provocan ese nivel de sal. En el otro extremo, el pacífico, con grandes lluvias y muchos ríos caudalosos y los mares polares donde el deshielo polar introduce mucha agua dulce al sistema.

A grandes rasgos, éste es el equilibrio actual. Pero, ¿qué importancia tiene? ¿qué más da un poco más de sal aquí o allá?

Pues lo es todo: las cálidas aguas ecuatoriales son empujadas por corrientes hacia el atlántico norte, donde al encontrarse con aguas más frías y saladas ganan densidad y se van al fondo, volviendo de nuevo hacia el Sur (como un rodillo). Los fríos inviernos polares aumentan el volumen de hielo haciendo que el agua se vuelva más salada, se vaya al fondo y se dirija hacia zonas más cálidas. Las torrenciales lluvias de las zonas tropicales rebajan la salinidad de estos mares, y el proceso continúa...

Entiendo que es un poco complejo, pero un aumento de la temperatura que deshiele los polos y sumerja las costas de toda la tierra es sólo un problema "logístico" (habrá migraciones masivas, habrá que hacer nuevas ciudades etc).


Sin embargo, la verdadera catástrofe es otra: el desequilibrio en el sistema oceánico está provocando mayores huracanes, inundaciones, sequías... la metereología está cambiando sus modelos. Por otro lado, el mar es una fuente de vida impresionante: miles de espécies dependen de ese medio, y su supervivencia es nuestra supervivencia. Por último, y lo más alarmante, el oceáno es uno de los mayores procesadores de CO2. Todo el océano está repleto de unos organismos microscópicos: el fitoplácton. Esos organimos microscópicos absorven el CO2 y expulsan oxígeno gracias a la fotosíntesis (como el resto de plantas). Sin fitoplácton, más CO2, menos oxígeno, y menos recursos para seguir existiendo.
Solo el tiempo dirá hasta qué punto estamos condenados:


martes, 15 de enero de 2008

Efecto Invernadero

Cuando estamos en la montaña, dentro de una tienda de campaña, un día caluroso hace aumentar la temperatura interior casi hasta niveles inaguantables.

Es conocido que los trabajadores de la zona de Murcia y sobre todo Almería, sudan la gota gorda para recoger la verdura que crece bajo los plásticos. Es el llamado efecto invernadero.

Este concepto tan gráfico, ilustra un fenómeno natural, cósmico, universal: Nuestro Sol emite una energía que llega a la tierra en forma de calor. Esta energía es superior a la de la tierra, un cuerpo más frío que el Sol (evidentemente). Por tanto, la energía que la tierra recibe sale "devuelta" al espacio exterior de forma más lenta: esto provoca un calentamiento paulatino de la temperatura media del planeta.

En nuestros días, es actualidad el progresivo deshielo de los polos. Una de las razones de ese deshielo es precisamente el calentamiento provocado por el efecto invernadero. Como todos los océanos de la tierra son un único sistema conectado, las aguas más frías van poco a poco calentándose, amortiguando un poco el calentamiento. No existe ningún modelo climatológico que prediga cuando se llegará a romper ese equilibrio. Lo que sí parece indiscutible es que llegará un momento en el que el agua del planeta en su conjunto se haya calentado tanto que la temperatura media del planeta subirá mucho más rápidamente de lo que hasta ahora lo viene haciendo. Y ese día está un poco más cerca.

Volviendo al efecto invernadero, nuestra atmósfera está compuesta por una serie de gases que son los que ralentizan la salida de los rayos solares. El más conocido de ellos es el CO2 (Dióxido de Carbono). Estos gases siempre han existido en la atmósfera, y gracias a ellos la tierra no es ni un témpano de hielo ni un horno inhabitable. Sin embargo, la intervención del hombre, nuestro sistema de agotamiento de recursos que estamos llevando a cabo como especie, está provocando un aumento de esos gases que han modificado el equilibrio existente hasta el momento.

Paradójicamente, el aumento de temperatura global tiene efectos totalmente contrarios a los que parecen obvios: en algunas zonas del planeta hace más frío, las tormentas, huracanes e inundaciones son cada vez más poderosos. En próximos posts hablaré de eso, ya que me parece muy interesante la importancia de la composición de los mares en este sentido.