sábado, 10 de mayo de 2008

La Segunda gran Depresión

Después de la primera guerra mundial, EEUU vivió unos años de expansión que parecían no tener fin. Su privilegiada posición como "reconstructor" de una Europa destrozada, su industria trabajando a toda máquina (nunca mejor dicho), y sus campos bendecidos por una serie de grandes cosechas consiguieron aunar en su territorio los pilares fundamentales del modelo capitalista: las materias primas, la fuerza de trabajo y la innovación que el capital hacía posible eran suyas.

Para acabar de endulzar el pastel, una nueva forma de enriquecerse estaba al alcance de cualquiera: el mundo de las finanzas y la especulación. El cóctel estaba servido: las empresas cotizaban en mercados de capital, la bolsa, donde sus acciones subían y subían sin parar enriquecíendose rápidamente y sin esfuerzo. La banca, como motor imparable que aceleraba el proceso, otorgaba créditos a un interés del 15% para comprar acciones que se revalorizaban un 50%. Negocio redondo, magia: se creaba riqueza de la nada.

Sin embargo, un Jueves 24 de Octubre de 1929 todo eso llegó a su fin: había llegado el crack del 29. La primera burbuja financiera de la Historia había explotado. Como se vio más tarde, esa bonanza económica no tenía una base sólida. La producción industrial forzosa (y forzada), generó unos excedentes de stock, los almacenes se llenaban de productos que no se podían vender, simplemente porque no había tanta demanda. Cuando una oleada de ventas precipitó la caída del valor de la mayoría de empresas, el pánico se apoderó de la población que tenía sus ahorros en los bancos, que no pudieron hacer frente a la masiva retirada de fondos. Empezó una recesión que duraría casi dos décadas.


Ochenta años después, muchos teóricos apuntan a que estamos a las puertas de la segunda gran depresión. Pasada la posguerra, caído el muro de Berlín, el neocapitalismo y la globalización volvieron a hacer pensar que el sistema actual, con sus defectos, era el único posible. Treinta años ininterrumpidos de crecimiento (a costa muchas veces de los países más desfavorecidos), ha hecho olvidar las lecciones del pasado. El cóctel de hoy tiene otros ingredientes, pero podrá dejarnos el mismo sabor amargo que en el siglo pasado:

La crisis financiera de EEUU, provocada por las llamadas hipotecas subprime, ha sido la chispa. Estas hipotecas, de alto riesgo, se otorgaban a personas poco solventes y casi sin pedir garantías, a cambio de un tipo de interés más elevado. A su vez, otras entidades (fondos de inversión o planes de pensiones), compraban esa deuda también a través de un crédito de interés inferior.

Imaginemos el lío: un banco A tiene otorgada un hipoteca subprime al 8% de interés, pero la vende a un gran fondo de inversión B, que para financiar esa compra pide un crédito al 3,5% . Está claro que todos ganan: A ha dejado de tener el riesgo, ya que ahora es de B, que espera cobrar los intereses al 8%. Como el coste de financiarse para comprar esa deuda de A ha sido muy inferior, obtiene un beneficio fácil y sin esfuerzo. Pero el mercado de capitales financieros actual, tan sofisticado y globalziado, B puede a su vez "colocar" de nuevo esa deuda (por ejemplo a un mercado de divisas que le sea favorable). De nuevo el milagro de los panes y los peces.

Este montaje se aguanta mientras haya liquidez en el sistema, es decir, mientras A dé dinero para la hipoteca y B pueda obtener dinero para comprarla. Y en el sistema habrá liquidez mientras haya margen para agrandar la burbuja. En EEUU, con tipos de interés muy bajos, el precio de la vivienda subiendo sin parar, se daban las condiciones. Pero a partir de 2004, cuando empezaron a subir los tipos de interés, el primer eslabón de la cadena, el más débil, se rompió. Las personas de a pie dejaron de pagar sus cuotas, y una crisis de confianza en los mercados cerró el grifo: nadie sabía realmente quién era el titular del riesgo. Los inversores empizan a huir de los fondos que tienen la titularidad de esas hipotecas... el castillo de naipes vuelve a desmontarse.

Aquí y ahora, todo esto nos parece muy cercano. Las familias endeudadas ven cómo su inversión pierde valor, la economía real se ve afectada. Se frena la actividad (paro), los precios (y no solo del dinero) suben sin parar y la inflación empieza a afectar a la economía del día a día.

Sólo el tiempo dirá si estamos a las puertas de un bache temporal o del cambio delas reglas del juego tal y como hoy en día las conocemos. Una cosa está clara: aprender de los errores y anticiparnos a los problemas no son características de nuestro tiempo.

jueves, 20 de marzo de 2008

¿El fin del modelo Capitalista? (II)

En la anterior entrada hacía una aproximación al problema del petróleo y su escasez. Mi intención era mostrar el poco petróleo que nos queda. 1.150.000.000.000 barriles de petróleo, y luego, ¿qué?.

Existe una asociación llamada ASPO (Asociation Peak Oil) formada por científicos que alertan sobre todos estos temas. Las teorías del Peak Oil (pico del petróleo), ya calcularon en los años 70 que en la primera década del S. XXI la producción de barriles llegaría a su máximo. Un informe de 1976, de la ECD (Base de datos de referencias energéticas, una agencia del gobierno de EEUU) desclasificado el 25 de Octubre de 2006, decía textualmente:

"La década 2000-2010 es el periodo de rápido despliegue de las nuevas tecnologías de suministro y/o de medidas estrictas de conservación. En este periodo, se espera que la producción mundial de petróleo llegue a su cenit y comience a declinar. Si el declive de la producción de petróleo y gas en los EE. UU., no genera la suficiente presión para empujar a los EE. UU. hacia la independencia energética en el periodo 1985-2000, seguramente la generará cuando la producción mundial de petróleo y gas llegue a su cenit y comience a declinar"

Muchos analistas coinciden en que el cambio climático y el fin del modelo energético basado en combustibles fósiles son los retos de la humanidad más importantes, por encima de la superpoblación, el hambre o la escasez de agua. Una muestra de que algo está cambiando en las conciencias de los científicos son portadas como la del pasado Junio de 2007 de THE INDEPENDENT.



Todo esto se cuece en el mundo, mientras nuestra visión local no mira más allá de la telebasura, los mileuristas o el número de escaños de los partidos nacionalistas en las últimas elecciones.

No es mi intención, ni mi estilo, ser catastrofista, pero vale la pena revisar dos aspectos fundamentales para asimilar la magnitud del problema: para qué usamos el petróleo y cuál es el equilibrio político y económico del sistema capitalista.

¿PARA QUÉ USAMOS EL PETRÓLEO?

La respuesta más obvia es: gasolina. Pero eso es tan sólo una parte. El petróleo es LA MATERIA PRIMA del mundo industrializado. Algunos de los usos del petróleo son:

  • Plásticos: son subproductos del petróleo: Polímeros, celulosas, resinas, vinilo, caucho, PVC, poliestireno, metacrilato, poliéster... o dicho de otro modo: Ordenadores, teléfonos móviles, envases, ropa, bolígrafos, tuberías, materiales aislantes para la construcción, etc etc etc.
  • Metales: acero, aluminio son producidos en base al petróleo.
  • Líquidos: aceites derivados del petróleo usados masivamente en cremas cosméticas, tinte del pelo, tintas, pinturas, etc
  • Agricultura: fertilizantes y pesticidas industriales son derivados del petróleo. Sin contar con toda la maquinaria agrícola que usa gasóleo para su funcionamiento.
  • Energía: aproximadamente el 45% de la energía eléctrica mundial procede del petróleo. Encender la luz, hacer correr el agua por un grifo, usar un electrodoméstico, poner el aire acondicionado...

¿CUÁL ES EL EQUILIBRIO POLÍTICO Y ECONÓMICO DEL SISTEMA CAPITALISTA?

Políticamente, creo que hay dos claves: 1º.- que la opinión pública no conozca la verdad, que se relativice el problema para evitar caos social. 2º.- que si tengo una posición de fuerza o privilegio, no la pierda o la cambie por culpa de esta situación.

Como hemos visto que el petróleo es vital para nuestro estado de bienestar, es lógico pensar que en sí mismo es un arma política de primerísima magnitud. El ejemplo más claro es el de Estados Unidos, con 300 millones de habitantes y toda una sociedad basada en el consumo de petróleo, toda su política gira en torno a la alianza con Arabia Saudí, a la vez que invade países con excusas de todo tipo con un único objetivo: controlar más pozos petrolíferos. Kuwait, Irak, posiblemente Irán... son objetivos geoestratégicos para mantener un estilo de vida que no va a sostenerse.

Por otra parte, China, India, Brasil, potencias emergentes que ahora que empiezan a conocer las mieles del primer mundo, no van a consentir quedar rezagadas o perder su recién estrenada posición competitiva.

Y Rusia, con el 5% del petróleo mundial pero primera potencia en gas y dueña de GAZPROM, una de las empresas energéticas más importantes del mundo, que tiene "cogida" a toda la UE por nuestra dependencia energética.

En definitiva, un puzzle que más bien parece una bomba de relojería. Y por encima de todo, una ley económica básica: la de la oferta y la demanda y la utilización de recursos limitados para cubrir necesidades ilimitadas. Quizás el coste de oportunidad sea inasumible para el planeta... o para nosotros mismos como especie.

Próximamente revisaremos las consecuencias que ya estamos observando, los cambios en el tablero económico global. Un repaso a los acontecimientos de las dos últimas décadas que han desencadenado ya lo que en muchos foros se empieza a llamar la llegada de la segunda gran depresión.

miércoles, 19 de marzo de 2008

¿El final del modelo capitalista? (I)

La unidad de medida del petróleo es el barril; un barril tiene unos 160 litros de petróleo refinado (crudo). De ese barril se consiguen unos 70 litros de gasolina, y otros 70 de otros derivados. El resto es desecho.

Hace unos meses, Hugo Chavez, el presidente de Venezuela, "amenazaba" con que el precio del barril podía llegar a 200 ó a 300 dólares. A finales de 2007, se superó por primera vez en la historia la barrera de los 80 dólares por barril. La semana pasada, llegó por primera vez a los 110 dólares...

Volveré en otra ocasión a las consecuencias económicas de esta escalada del precio, pero el asunto que quiero tratar hoy es el siguiente: ¿se está acabando el petróleo?

Las últimas estimaciones fiables, de 2001, calculaban que las reservas mundiales de petróleo (el total de petróleo que puede extraerse de los pozos cconocidos), era de aproximadamente 1,1 billones de barriles. Puede parecer una cifra impresionante, sin embargo, si ese cálculo es correcto, las reservas se agotarían antes del 2050... y eso a los niveles de consumo de 2001.

En el cuadro anterior se puede ver qué paises tienen el control del petróleo que nos queda. Estados Unidos, con un un 2% de las reservas mundiales, consume casi un 30% del total mundial. Solo ese dato dice mucho de la problemática geopolítica en la que nos han metido (ya hablaremos de eso)
Os recomiendo echar un vistazo a Energlobal , donde podréis profundizar en las estadísticas más fiables. Por ejemplo, España consumo 1 millón y medio de barriles al día (0,03 barriles por habitante y día), EEUU 22 millones y medio al día (0,075 barriles por habitante y dia)

Volviendo al tema: el modelo capitalista actual, tan dependiente del petróleo, de hecho ya está condenado. Este mismo año se ha llegado a la cumbre de producción, a partir de ahora, la curva será decreciente hasta el agotamiento total. Acabamos con el carbón, acabaremos con el petróleo.
La globalización se presentó como un fenómeno que traía ventajas, y que hacía cualquier análisis de la economía mundial algo muy complejo, con múltiples factores. Pero con el tiempo, al madurar el modelo neocapitalista globalizador, la organización mundial ha quedado muy definida, asentada en 4 bases:
1) Los paises emergentes (Oriente medio y Africa), suministran energía para
2) Los dos grandes bloques del primer mundo (EEUU y Europa), y para hacer funcionar
3) La gran Fábrica mundial (China e India). Los productos de la gran fábrica se consumen en el bloque del primer mundo, y
4) El sistema financiero (Wall Street, la city de Londres) absorve los excedentes y acumulación de las grandes corporaciones, cerrando el círculo.
Este es el ciclo del capital del S. XXI, un sistema circulatorio por cuyas venas circula una sangre de color oscuro, también llamada Oro líquido: el petróleo.
¿cómo asumirá el modelo capitalista el fin de su combustible básico?





martes, 18 de marzo de 2008

Dependencia energética

La revolución Industrial supuso el principio de un nuevo modelo de producción a nivel mundial. Con el paso del tiempo, podemos concluir que esos años nos regalaron dos aspectos de la sociedad nuevos: urbanismo y dependencia energética.

Más de dos siglos después, parece claro que el inicio del actual consumismo empezó aquellos días. Mantener el ciclo de creación de riqueza supone producir masivamente, vender toda la producción y seguir produciendo. Las industrias de hoy en día hace años que nos intentan convencer de conceptos como producción bajo pedido, control de existencias, reciclaje y reutilización etc. Pero poco ha cambiado: para que el modelo se sustente hay que fabricar, y fabricar mucho. La llamada tercera revolución industrial, la de la información, se ha encargado de cerrar el círculo: el marketing se inventa nuevas necesidades, la globalización descubre nuevos mercados, los productos tienen cada vez una menor vida útil...

En el S. XVIII la máquina de vapor fue el factor innovador que hizo posible la aparición de la sociedad tal y como la conocemos hoy en día. El nuevo invento permitió crear factorías con producción en cadena... a costa de consumir ingentes cantidades de carbón.

A mediados del siglo XX, el modelo del carbón ya estaba agotado. En España, por ejemplo, ya no quedan minas de carbón cuya explotación sea rentable. Doscientos años y una conclusión: la producción en masa conlleva el agotamiento de los recursos energéticos en los que se basa: los combustibles fósiles.

Hace unos diez o quince años que se habla del cambio climático, y unos treinta o cuarenta desde que se empieza a plantear el fin de las reservas petrolíferas mundiales. La geopolítica, las guerras contemporáneas, incluso las confrontaciones religiosas tienen un trasfondo que huele a petróleo.

Podría parecernos exagerado si no analizamos con detalle las limitaciones obvias del modelo. Solo en EEUU, con 300 millones de habitantes, hay aproximadamente 230 millones de coches. Y China e India, que conjuntamente suman 2.400 millones de habitantes, son los países donde el mercado de automoción crece más en el mundo. Actualmente, se venden unos 15 millones de coches al año... y acaban de descubrirlos. Y eso que según estimaciones los coches suponen un 40% del consumo energético: la industria alimentaria, el transporte no individual, la generación de electricidad, etc son otros sectores dependientes del oro negro.

En definitiva, en próximas entradas quiero hacer mi propio cálculo. ¿cuánto petróleo queda por extraer? ¿para cuánto tiempo? ¿podrá la tecnología superar este modelo ya agotado, como aseguran algunos estudios? ¿veremos un cambio en equilibrio de poderes mundial debido al petróleo?

Algunas posibles respuestas: nuevos pozos petrolíferos inacabables bajo los hielos polares, el desarrollo de la nanotecnología como solución definitiva al eterno problema de los recursos limitados... o simplemente algunas alternativas más realistas a medio plazo. ¿cómo llamaremos dentro de dos siglos a la revolución que estamos empezando a vivir?


jueves, 24 de enero de 2008

Kioto: hipocresia y mercado.

Cada vez que un problema trasciende de lo local, en este mundo globalizado, los intereses nacionales se "disfrazan" de responsabilidad. Se organizan cumbres, la prensa y las televisiones nos envían un mensaje de cambio, de coordinación supranacional.

En el caso del problema del cambio climático, una pseudoconciencia de los llamados países industrializados nos vende una actitud que, si no miramos un poco más allá, tan solo conseguirá engañarnos (una vez más).

Todos hemos oído hablar del Protocolo de Kioto, un acuerdo de 1997 de los países de la ONU que tiene como objetivo la reducción de los gases de efecto invernadero. Después de años y años de discusiones, el acuerdo entró en vigor el 2005 con el tan sólo 55 naciones que en conjunto suman el 55% de emisiones contaminantes que arrojamos a la atmósfera. La conferencia de Bali del año pasado fue el último intento de establecer una "hoja de ruta", después de que países como EEUU o China mostraran más bien poco interés en los acuerdos.

A mí , lo que me interesa de todo este embrollo es observar el nivel de hipocresía absoluta de nuestro mundo actual. Cualquier argumento se rebate, cualquier idea se sustituye por otra... se acabó la verdad absoluta.

La misma cumbre de Bali emitió, con sus más de 10.000 asistentes llegados en avión, tantas toneladas de CO2 como un país pequeño del tercer mundo en todo un año. Justificación? Los acuerdos ayudarán a reducir muchísimas toneladas más.


Los países industrializados van "de buenos", dicen que son los pobres los que no quieren el acuerdo. Los pobres dicen que ellos también tienen derecho a progresar, contaminando. Nadie se pregunta qué nuevas fronteras mafiosas se presentan con éste protocolo. Se establece un sistema de cuotas de contaminación. A cada país se le asigna un tope. Si se pasa, puede comprar derechos de contaminación de otros países que no hayan llegado a su tope. Se crea así un mecanismo chantajista: el país rico contaminante excede su cupo, pero no le importa, ya que compra los derechos a otro pobre que no puede contaminar, ya que ni siquiera tiene la industria para hacerlo (ni le interesará hacerlo, ya que cobrará "por nada"). Por supuesto, este flujo de compra-venta de derechos se realiza entre empresas certificadas, con lo que el pobre ciudadano de a pie, por supuesto, no se enriquece.

Os pondré un ejemplo "macabro": una empresa alemana A de disolventes excede su cuota de emisiones contaminantes y compra derechos a una recién creada empresa camboyana B que fabrica alpargatas. Con los derechos adquiridos, que le han costado 1 millón, puede facturar 100 millones más, y seguir ennegreciendo la atomósfera europea. La empresa camboyana B, con su millón, no puede fabricar más, ya que no puede emitir más gases. Por eso los dedica a adquirir tecnología ecológica de otra empresa alemana C, del mismo grupo que la primera. Todo acaba siendo maravilloso (para los del consejo de administración de A), si la empresa camboyana B también forma parte del conglomerado empresarial.

En definitiva: está de moda ser ecologista, pero de un modo modernamente capitalista. Las empresas pioneras están adquiriendo industrias emergentes que les sirvan de emisoras de derechos para su verdadero negocio. Las grandes corporaciones ya están calculando el difícil equilibrio entre el coste del derecho de emisión de gases y el beneficio adicional que esa compra de derechos genera.

Y mientras tanto, la brecha entre uno y otro mundo sigue creciendo. Y lo que es peor, hemos vuelto a cometer el mismo error: convertir un problema en una nueva oprtunidad de "progreso", generando problemas nuevos que hagan olvidar el problema inicial. ¿cuánto tardaremos en olvidarnos del cambio climático? ¿cuál podrá ser el nuevo problema, qué gravedad tendrá?

lunes, 21 de enero de 2008

Océanos: un sistema global

Algunos científicos tienen una visión orgánica de la tierra, en el sentido de que equiparan nuestro planeta a un organismo vivo en su conjunto. De hecho estas mismas teorías consideran al universo como un TODO, un macroorganismo vivo en el que todo está conectado. No es mi intención ahora opinar sobre eso, pero desde que la teoría del big bang como inicio de todo estableció una materia inicial, la llamada sopa primigenia (no, no es broma), la más pura lógica indica que todo y todos somos parte de lo mismo. Otro ejemplo de esto es la evidencia de que "la materia ni se crea ni se destruye, tan sólo se modifica".

Cuando yo muera, me incineren y esparzan mis cenizas al mar, un pez las comerá, ese pez lo venderán en el mercado y lo cocinará una señora de Burgos (que aproveche), y algunos de los nutrientes serán asimilados por su cuerpo, asimilando parte de mi antigua existencia...

Pero ese no es el tema: siguiendo ese ejemplo, la Tierra sería un organismo vivo. Que cada cual elija del símil la función que nuestra especie ocupa... Los mares, el sistema oceánico, sería la corriente sanguínea de este cuerpo terrestre. Ese "torrente sanguíneo terrestre" cumple una función parecida al nuestro: lleva los nutrientes de un lugar a otro del "cuerpo", mantiene un equilibrio y evita que la enfermedad aparezca.

Desde las frías aguas antárticas a las cálidas tropicales, desde los corales de las antípodas a las corrientes atlánticas, el sistema oceánico es un complejo mecanismo sincronizado.

Simplificando enormemente: dos efectos son claves en el sistema: la circulación en superfície y las corrientes convectivas (en profundidad). La circulación en superfície está determinada por los vientos y la propia forma de las costas, es el movimiento "horizontal". Las corrientes de profundidad dependen de la temperatura del agua, pero sobre todo de la salinidad: es el movimiento "vertical"


El mapa de arriba muestra la salinidad (en gramos de sal por Kg de agua) en superfície. El agua salada es más densa y pesada, por lo que tiende a ir hacia el fondo. El agua dulce del mar proviene de las lluvias, la desembocadura de los ríos y los hielos de los polos. Destaca la salinidad del Atlántico Norte, donde las escasas lluvias y los pocos ríos caudalosos que desembocan en él provocan ese nivel de sal. En el otro extremo, el pacífico, con grandes lluvias y muchos ríos caudalosos y los mares polares donde el deshielo polar introduce mucha agua dulce al sistema.

A grandes rasgos, éste es el equilibrio actual. Pero, ¿qué importancia tiene? ¿qué más da un poco más de sal aquí o allá?

Pues lo es todo: las cálidas aguas ecuatoriales son empujadas por corrientes hacia el atlántico norte, donde al encontrarse con aguas más frías y saladas ganan densidad y se van al fondo, volviendo de nuevo hacia el Sur (como un rodillo). Los fríos inviernos polares aumentan el volumen de hielo haciendo que el agua se vuelva más salada, se vaya al fondo y se dirija hacia zonas más cálidas. Las torrenciales lluvias de las zonas tropicales rebajan la salinidad de estos mares, y el proceso continúa...

Entiendo que es un poco complejo, pero un aumento de la temperatura que deshiele los polos y sumerja las costas de toda la tierra es sólo un problema "logístico" (habrá migraciones masivas, habrá que hacer nuevas ciudades etc).


Sin embargo, la verdadera catástrofe es otra: el desequilibrio en el sistema oceánico está provocando mayores huracanes, inundaciones, sequías... la metereología está cambiando sus modelos. Por otro lado, el mar es una fuente de vida impresionante: miles de espécies dependen de ese medio, y su supervivencia es nuestra supervivencia. Por último, y lo más alarmante, el oceáno es uno de los mayores procesadores de CO2. Todo el océano está repleto de unos organismos microscópicos: el fitoplácton. Esos organimos microscópicos absorven el CO2 y expulsan oxígeno gracias a la fotosíntesis (como el resto de plantas). Sin fitoplácton, más CO2, menos oxígeno, y menos recursos para seguir existiendo.
Solo el tiempo dirá hasta qué punto estamos condenados:


martes, 15 de enero de 2008

Efecto Invernadero

Cuando estamos en la montaña, dentro de una tienda de campaña, un día caluroso hace aumentar la temperatura interior casi hasta niveles inaguantables.

Es conocido que los trabajadores de la zona de Murcia y sobre todo Almería, sudan la gota gorda para recoger la verdura que crece bajo los plásticos. Es el llamado efecto invernadero.

Este concepto tan gráfico, ilustra un fenómeno natural, cósmico, universal: Nuestro Sol emite una energía que llega a la tierra en forma de calor. Esta energía es superior a la de la tierra, un cuerpo más frío que el Sol (evidentemente). Por tanto, la energía que la tierra recibe sale "devuelta" al espacio exterior de forma más lenta: esto provoca un calentamiento paulatino de la temperatura media del planeta.

En nuestros días, es actualidad el progresivo deshielo de los polos. Una de las razones de ese deshielo es precisamente el calentamiento provocado por el efecto invernadero. Como todos los océanos de la tierra son un único sistema conectado, las aguas más frías van poco a poco calentándose, amortiguando un poco el calentamiento. No existe ningún modelo climatológico que prediga cuando se llegará a romper ese equilibrio. Lo que sí parece indiscutible es que llegará un momento en el que el agua del planeta en su conjunto se haya calentado tanto que la temperatura media del planeta subirá mucho más rápidamente de lo que hasta ahora lo viene haciendo. Y ese día está un poco más cerca.

Volviendo al efecto invernadero, nuestra atmósfera está compuesta por una serie de gases que son los que ralentizan la salida de los rayos solares. El más conocido de ellos es el CO2 (Dióxido de Carbono). Estos gases siempre han existido en la atmósfera, y gracias a ellos la tierra no es ni un témpano de hielo ni un horno inhabitable. Sin embargo, la intervención del hombre, nuestro sistema de agotamiento de recursos que estamos llevando a cabo como especie, está provocando un aumento de esos gases que han modificado el equilibrio existente hasta el momento.

Paradójicamente, el aumento de temperatura global tiene efectos totalmente contrarios a los que parecen obvios: en algunas zonas del planeta hace más frío, las tormentas, huracanes e inundaciones son cada vez más poderosos. En próximos posts hablaré de eso, ya que me parece muy interesante la importancia de la composición de los mares en este sentido.


sábado, 22 de diciembre de 2007

Nivel del mar y glaciación

Hace 18.000 años la tierra vivía su última glaciación. Media Europa y Estados Unidos estaban cubiertos de hielos perpetuos, dónde la vida era imposible. El Hielo permitía atravesar el estrecho de bering, que separa Siberia de Alaska. El mar del Norte y el Báltico eran grandes extensiones heladas.


A finales del S. XX, la comunidad científica empezó a alertar sobre las consecuencias del llamado cambio climático, el aumento de la temperatura media derretía los polos y hacía aumentar el nivel del agua. Algunas costas de entre las más pobladas del planeta podrían acabar inundadas, haciendo retroceder la línea de costa. Millones de personas tendrían que desplazarse. Algunas islas paradisíacas simplemente desaparecerían.

Este es el mensaje que se nos ha grabado en la mente. Sin embargo, pocos saben que el aumento de temperatura será el que provoque la siguiente glaciación.
A medida que los hielos de los polos se van derritiendo, es innegable que la cantidad de agua total en los mares aumenta. Pero lo que hay que destacar es lo siguiente: a medida que la superficie helada global disminuye, dos efectos se aceleran: la menor salinidad del agua marina y el aumento de radición solar que recibe la superficie terrestre:

Salinidad del agua del Mar: la cantidad de sal que tiene el agua del mar influye en las corrientes mundiales. El actual sistema de conexión entre las diferentes corrientes parece que está cambiando. Una de las causas podría ser la modificación de los diferentes volúmenes de agua fría menos salada que influyen en los mares cálidos tropicales. Intentaré profundizar en estos efectos más adelante. La consecuencia más visible se ve en huracanes y tormentas, más impredicibles, destructivos y cambiantes que nunca.

Radiación Solar: imaginemos un día caluroso de Agosto, queremos dar un paseo, elegimos un chándal negro que nos acaban de regalar. Si hubiéramos elegido uno de color blanco, sudaríamos mucho menos. Los colores oscuros absorven las radiaciones, el blanco las repele. Este sencillo concepto de la radiación cromática explicaría cambios en la atmósfera y la subida de las temperaturas. Es un ingrediente más del círculo vicioso en el que estamos inmersos.

¿qué parte de culpa tiene la actividad humana? ¿dónde empezó esta escalada, este cambio en el frágil equilibrio planetario? ¿hay confirmación científica de lo que está pasando actualmente?

La respuesta es difícil, y las consecuencias impredecibles.

lunes, 17 de diciembre de 2007

El cambio climático

Hoy en día uno de los temas que más preocupa, al que más tiempo dedican televisiones, telediarios y tertulias es el cambio climático. Mucho tiene que interesar, cuando hasta los poíticos usan el término para parecer mejores que su adversario.

Independientemente de lo que el primo de Rajoy o yo mismo opinemos, lo interesante a mi modo de ver es aprovechar la ocasión para entender un poco del funcionamiento de nuestro planeta.

Parece ser que una vez que los atentados terroristas, el hambre en el mundo, los muertos en la carretera o los vaivenes del EURIBOR han dejado de impactar, un nuevo filón de catástrofes naturales y pseudocataclismos a corto plazo son el plato perfecto para servir entre pausa y pausa publicitaria.

Dejemos de lado películas alarmistas, conclusiones precipitadas y premios nobel mediáticos. Una cosa hay que tener clara: el comportamiento humano a partir de la revolución industrial de finales del S.XVIII han modificado los equilibrios naturales del planeta. Nuestro sistema de progreso como especie no es sostenible; es un simple concepto económico: necesidades ilimitadas y recursos limitados.

La sensación que hemos asimilado es la siguiente: emitimos gases a la atmósfera, calentamos el planeta. Pero, ¿cuáles son las causas del desequilibrio? ¿realmente estamos acelerando algún proceso irreversible de destrucción? ¿o de nuevo es una visión miope, el ser humano se cree más importante que las propias leyes naturales?

En próximos posts descubriremos qué leyes naturales equilibran la tierra, qué efectos puede tener la deforestación o la desaparición de especies animales o vegetales, qué intereses económicos se esconden tras el apocalipsis que nos anuncian, y otras muchas cosas. Aunque sólo será una triste aproximación, porque como ya dijo el filósofo y matemático René Descartes : "Daría todo lo que sé, por la mitad de lo que ignoro"

Imagen satélite de la deforestación en la selva amazónica

martes, 20 de noviembre de 2007

La nube de Oort

Una de las "conclusiones" más fantásticas de las profecías Mayas es la que dice que un cometa se cruzará con la órbita terrestre, amenazando con impactar con la tierra. Esta amenaza conseguirá unir a los diferentes pueblos y naciones para, con la tecnología existente, evitar una tragedia que acabe con la civilización existente.

¿Puede un asteroide impactar la tierra?

Está demostrado que hace unos 65 millones de años un asteroide acabó con la vida de los dinosaurios en la tierra. El impacto con la superficie terrestre fue tan brutal que generó un invierno nuclear, es decir, la energía liberada creó una nube de residuos que cubrió toda la atmósfera, impidiendo filtrar la luz solar y acabando con la vida como se conocía hasta entonces.

Por cierto, el cráter resultante de semejante explosión se encuentra en medio de lo que hoy es el golfo de México, en el área que un día fuera el territorio de influencia de la civilización Maya...

Considerar el impacto de un cometa en la tierra y que nosotros lo veamos es como mínimo cinematográfico. La lógica pura nos lleva a pensar que el espacio es muy grande, la tierra muy pequeña, y los cometas muy escasos. Sin embargo, hacia el año 1950 se descubrió la llamada nube de Oort. Esta nube está más allá de Plutón, en la frontera de nuestro sistema solar, debe su nombre a Jan Hendrik Oort. En resumen, es una nube de cometas que envuelve el sistema solar (unos 6 billones de cometas). Estos cometas se van acumulando debido a la atracción que el Sol y los planetas ejercen sobre ellos. Existen estudios de la NASA que intentan generar modelos matemáticos que detecten qué fuerzas cósmicas deben cambiar para modificar la trayectoria de alguno de esos cometas. Incluso la ONU está preparando un
protocolo de actuación en caso de un impacto extraterrestre.

Los Mayas ya creían que esto es una probabilidad, incluso se atrevieron a fijar una fecha para que ocurriese. ¿Veremos este peligro con nuestros propios ojos?